La Segunda Revolución Industrial
Comienza en 1870 y termina en 1914. A causa de cambios técnicos en diferentes campos, que permiten el aumento de la producción. La revolución se dio en varios países, no sólo en uno: en Alemania, Francia, Italia y fuera de Europa en EEUU y Japón.
Tras la Primera fase de la industrialización (Inglaterra) y su extensión (Europa, USA y Japón), se inició un nuevo ciclo (superada la crisis de 1873) que habría de durar hasta el estallido de la 1ª Guerra Mundial en 1914. En este período Gran Bretaña perdió su liderazgo en beneficio de otras potencias.
Hacia la década del 60, una palabra hasta entonces poco empleada comenzó a difundirse en el vocabulario económico y político de la época: capitalismo.
Para la consolidación del capitalismo industrial, fue muy importante la alianza del mundo industrial con el financiero. Los capitalistas industriales necesitaban recursos económicos para instalar nuevas empresas, líneas ferroviarias o construir buques. Los dueños de las fábricas y los constructores de trenes y barcos debían recurrir a los banqueros para poder concretar sus negocios.
Los financistas fueron haciéndose imprescindibles y dominaron el mercado, al que le dieron un nuevo impulso. A partir de 1870, comenzaron a producirse una serie de cambios en la industria, tan importantes, que la mayoría de los historiadores hablan de una segunda revolución industrial. A diferencia de la primera, esta segunda revolución fue el resultado de la unión entre la ciencia, la técnica y el capital financiero.
Así como en la primera, el elemento determinante fue el vapor; en la segunda, una serie de inventos marcaron su desarrollo. La electricidad, empleada desde mediados de siglo en el telégrafo, pudo ser usada en la producción. En 1867, Werner Siemens aplicó el dínamo —un aparato que permitía producir electricidad— a la industria.
El crecimiento económico
Se amplió la diferencia entre las economías de los países desarrollados y el resto.
El despegue. Creación de mayor riqueza y extensión de ésta a capas sociales cada vez más amplias.
Distintos ritmos de despegue económico:
Inglaterra – 1770-1815.
Francia – 1830-1860.
EEUU – 1860 – 1880.
CAMBIOS
Se dan cambios en las fuetes de energía. A parte del carbón por el uso del vapor, se dan dos fuentes nuevas: la electricidad y el petróleo. Las ventajas de la electricidad son que es una energía limpia, potente, de fácil transporte y se podía dar en muchos campos (iluminación, máquinas, comunicaciones, etc.). Gracias a su utilización, se dieron nuevos inventos. La electricidad permitió la renovación de las comunicaciones, con el teléfono, el telégrafo y la radio. Se dieron nuevos descubrimientos sobre cine y fotografía. En el campo del transporte se utilizaba la electricidad como fuente de energía para el movimiento del tranvía y el metro. El primer metro fue el de Londres.
Nuevas formas de control de la producción y del trabajo
La complejidad del entramado empresarial y de los procesos de producción pusieron de manifiesto en esta segunda fase de la industrialización la necesidad de nuevos sistemas organizativos.
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Hacia la década del 60, una palabra hasta entonces poco empleada comenzó a difundirse en el vocabulario económico y político de la época: capitalismo.
Para la consolidación del capitalismo industrial, fue muy importante la alianza del mundo industrial con el financiero. Los capitalistas industriales necesitaban recursos económicos para instalar nuevas empresas, líneas ferroviarias o construir buques. Los dueños de las fábricas y los constructores de trenes y barcos debían recurrir a los banqueros para poder concretar sus negocios.
Los financistas fueron haciéndose imprescindibles y dominaron el mercado, al que le dieron un nuevo impulso. A partir de 1870, comenzaron a producirse una serie de cambios en la industria, tan importantes, que la mayoría de los historiadores hablan de una segunda revolución industrial. A diferencia de la primera, esta segunda revolución fue el resultado de la unión entre la ciencia, la técnica y el capital financiero.
Así como en la primera, el elemento determinante fue el vapor; en la segunda, una serie de inventos marcaron su desarrollo. La electricidad, empleada desde mediados de siglo en el telégrafo, pudo ser usada en la producción. En 1867, Werner Siemens aplicó el dínamo —un aparato que permitía producir electricidad— a la industria.
En 1879, Thomas Alva Edison fabricó la primera lámpara eléctrica y la transformó en un producto industrial de su propia fábrica: la Edison Company, conocida después como General Electric Company, la primera empresa mundial de electricidad.
El petróleo y sus derivados fueron los combustibles de esta Segunda Revolución Industrial y el acero, la materia prima. Un ejemplo del auge del acero fue la construcción en París del edificio más alto de la época: la torre Eiffel en ocasión de la Feria Universal de París de 1889, durante los festejos del centenario de la Revolución Francesa. Las industrias siderúrgicas y de hierro demandaron todo tipo de metales, lo que dinamizó también la minería.
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